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Lo primero que hay que aclarar es que las mamas tuberosas no son solo pechos pequeños que no se desarrollaron completamente. Se trata de una anomalía congénita de la mama que se pone de manifiesto en la pubertad, y cuya causa exacta no está clara, con gran variación en el rango de presentaciones, con inclusive mamas de gran tamaño, pero con un grado importante de tuberosidad. Se ha teorizado acerca de que la deformidad tiene un origen embriológico y que puede haber una predisposición genética, pero su aparición se debe a la formación de un tejido fibroso en forma de anillo alrededor de la areola (en la base mamaria) que no permite el desarrollo completo del pecho durante la pubertad.

Al contar con una base más estrecha en el tórax, las mamas en su parte inferior no crecen bien; se desarrollan hacia delante y hacia abajo, lo que puede provocar:

• Separación y asimetría entre los pechos
• Hinchazón, dilatación y protuberancia del complejo areola-pezón
• Mamas con un polo inferior corto, estrechas y en forma de tubo

Para cambiar el aspecto de una mama tuberosa será necesaria una intervención quirúrgica que dependerá, en gran medida, del grado de tuberosidad. Este determinará también si se lleva a cabo una Mamoplastía, una Mastopexia o se combinan ambas técnicas, entre otras. En todo caso, la idea es moldear y ajustar el tamaño del pecho.

En cuanto a la vía de abordaje, en los casos leves –sin herniación de la areola ni ptosis- lo ideal es la vía submamaria, mientras que los más graves requieren de un abordaje areolar o en T y un remodelado completo.

La idea es acabar también con el anillo fibroso, sin embargo, será necesario introducir un implante para ayudar en la reconstrucción del pecho, de un modo parecido al que se lleva a cabo tras una Mamoplastía o mastopexia con implantes, por ejemplo. Las más empleadas son las prótesis redondas, sin embargo las anatómicas son preferidas por otros colegas, que otorgan un volumen natural al pecho. Un implante que recree y rellene los polos inferiores es siempre necesario en mi opinión.

El cáncer de piel es el tipo de tumor más frecuente en el ser humano, correspondiendo a un tercio de los diagnósticos de esta enfermedad en el mundo. Tomando en cuenta que la prioridad es que el paciente pueda salir adelante y sanar, la cirugía reconstructiva juega un papel importante en ese proceso.

La mayoría de los pacientes con cáncer de piel desean complementar su cirugía con la ayuda de un cirujano plástico que resuelva la parte estética, sobre todo si el tumor extraído estaba en la cara. Existe una gran variedad de técnicas quirúrgicas para realizar la reconstrucción. Actualmente, no es aceptable el hecho de sólo cubrir el defecto primario, sino que se debe reconstruir la unidad o subunidad estética en cuestión si existe un defecto relativamente grande.

En muchos casos, durante la misma cirugía se podrá quitar el cáncer de piel y reparar la herida resultante. Cada esfuerzo será hecho para tratar el cáncer sin alterar apreciablemente la apariencia, pero el objetivo primario es de tratar efectivamente el cáncer. A veces, más de un procedimiento puede ser necesario para reconstruir el área donde el cáncer de piel fue quitado.

Las unidades estéticas de la cara se deben reparar de forma independiente, y no se debe utilizar un mismo colgajo para corregir dos unidades vecinas. Esto tiene que ver con las líneas de expresión que son muy importantes para la planificación de las cicatrices, las cuales quedan menos visibles y más tenues ubicadas en esos pliegues o paralelas a ellos, tratando nunca de ubicarlas perpendiculares a ellas ya que dejarán cicatrices siempre visibles.

Un colgajo local recoloca tejido sano y libre de cáncer de piel que está adyacente a la herida. Las líneas de la sutura son colocadas cercanas a pliegues y curvas naturales de la cara siempre para reducir las apariencias de marcas lo más posible.

Un injerto de piel puede ser necesario para heridas más grandes y utiliza tejido sano de otra área del cuerpo. Insisto en que cada esfuerzo es hecho para colocar líneas de sutura por las líneas naturales de la cara para reducir cicatrices visibles.

Aunque no constituyen un problema de salud en la gran mayoría de las ocasiones, sí pueden
causar problemas estéticos severos, por eso, muchos pacientes acuden a consulta para evaluar
las opciones que tienen para eliminar los incómodos queloides.

Se trata de cicatrices que se forman debido al crecimiento excesivo del tejido después de
superar lesiones de la piel, como quemaduras, rasguños, picaduras de insectos, cesáreas,
piercings o sitios de vacunas.

¿Cómo se producen?
En el proceso de curación de una herida de la piel, uno de los mecanismos que utiliza el cuerpo
es la formación de colágeno por células (fibroblastos) que están en la dermis. Un queloide se
produce cuando esos fibroblastos reaccionan de forma anómala y crean sin control mucho más
colágeno del necesario.

Cuando las cicatrices ya maduras siguen siendo antiestéticas puede valorarse la cirugía sobre
las mismas; usualmente lo planeamos cuando el manejo médico (infiltración de sustancias
corticoides y presión) no da los resultados deseados.

Elegir el momento es muy importante. La cicatriz luego de 12 a 18 meses debería ser normal o
cercana a ella, por lo que si ha pasado este tiempo, y no ha mejorado o se ve que cada vez
empeora, es el momento de actuar.

Debemos evaluar cuál es el método quirúrgico más adecuado: la resección de la misma con
despegamiento de la profundidad, el relleno con injertos de grasa o los colgajos locales son
algunas de las técnicas que se pueden utilizar.

Para las cicatrices más grandes suele ser necesario planificar una escisión secuencial o bien la
cirugía en dos tiempos usando en el primero un expansor de la piel. El uso de radioterapia
luego de la cirugía muchas veces es necesaria cuando los queloides han sido muy grandes o
refractarios/recurrentes a manejos previos.

Tras un proceso de cirugía bariátrica, las personas pueden experimentar un exceso de piel en
todo su cuerpo que en muchas ocasiones afecta su autoestima y forma de adaptarse al
entorno.

El objetivo de la cirugía postbariátrica es eliminar esa piel y grasa sobrante que tienen
los pacientes que padecieron obesidad y que después de adelgazar de forma extremadamente
rápida quedan flácidas y colgantes en algunas zonas del cuerpo como la cara, glúteos, piernas,
brazos, abdomen, torso y senos.

El procedimiento en el abdomen y espalda es muy similar al de una lipoabdominoplastía
convencional, sin embargo mucho más laborioso y requiere un tiempo mayor de
recuperación(aproximadamente 1 mes).

¿Después de cuánto tiempo de la cirugía bariátrica se puede hacer la lipoabdominoplastía?
Es una pregunta bastante frecuente. Lo ideal es que se deje pasar un año después de que se
sometió a la cirugía bariátrica. Sin embargo, si el médico observa que el peso del paciente se
ha estabilizado en los últimos 6 meses, sin presentar variantes importantes, puede llegar a
considerar hacer la cirugía justo luego de ese lapso de tiempo.

No es recomendable hacerlo antes debido a que si el paciente vuelve a aumentar de peso no
ha sido consciente con los cuidados para evitar la ganancia de kilos a través de una buena
restricción de calorías, lo que haría que la lipoabdominoplastía dé resultados subóptimos. Se
debe esperar a tener un peso estable.

Es muy importante que el paciente y su médico tengan muy buena comunicación pues
usualmente en el paciente postbariátrico se requiere dividir las zonas del cuerpo y hacer varias
secuencialmente en diferentes tiempos para garantizar su seguridad y mejores resultados. Una
cirugía no será suficiente, por lo que el paciente debe estar consciente de que es un camino
largo pero muy gratificante una vez terminemos la meta trazada.

Las arrugas que aparecen en nuestra piel con el paso de los años son un cambio fisiológico natural que no se puede evitar, sin embargo existen tratamientos y cuidados propios que las personas deberían poner en  práctica para retrasar un poco  la manifestación de esas líneas de expresión que a nadie gustan.

La contaminación, los rayos solares, el estrés, el tabaco, el cansancio de nuestra rutina diaria, son factores que contribuyen a que las arrugas invadan nuestro rostro cuando ya hemos superado una cierta edad de nuestra vida. Una buena alimentación es una clave fundamental para prevenir o desacelerar la aparición de arrugas en la piel.

En este artículo haremos mención a una serie de alimentos, que además de contribuir a que lleves un estilo de vida saludable, te ayudarán a verte más joven. Los alimentos más recomendables son los antioxidantes entre los que podemos mencionar:

• Aguacates
• Bayas
• Nueces
• Verduras
• Salmón
• Té verde
• Alimentos que contengan Vitaminas A, C y E, minerales como el zinc, el magnesio y el selenio.

Mantener un espíritu joven es vital para contrarrestar  los vestigios que ocasionan el paso de los años,  la buena alimentación debe ir acompañada también de una hidratación para generar un cuidado integral. El ejercicio complementa y es parte fundamental de toda persona saludable.